domingo, septiembre 23, 2007

UNA LECCIÓN DE VIDA (IN MEMORIAM)



En mi último articulo, hace ya más de un mes, me lamentaba de lo duro que se me hace todo este proceso opositor que me tiene suspendido en la agotadora ingravidez de la incertidumbre. Desde que tengo este blog experimento el vértigo de asumir que lo que escribo, la mayor parte de las veces, lo escribo primero para mí mismo y después, se expone al exterior. Saber que alguien puede leerlo añade un plus de emoción que motiva (la mayoría de las veces) a la hora de aporrear el teclado.

En este artículo, como también adelanté en el anterior, quiero dejar de hablar de mí. Porque por mucho que me queje y lamente, pensar como he pensado últimamente en mi pasado y recordar a gente como Ramón Salvia me deja totalmente convencido de que la vida es un lujo que la mayoría no valoramos lo suficiente.

Para los que no lo sepais, Ramón estudió conmigo en la Universidad entre los años 1997 y 2001. Recuerdo que, al principio, me pareció un tipo peculiar, desconcertante, por su forma directa de comunicarse y expresar su visión de las cosas. Además, reivindicaba su condición de tio de poble que contrastaba visiblemente con el ambiente de la Pompeu, aunque a nuestro favor he de decir que en Comunicación teniamos gente de todas las calañas y raleas, cosa especialmente enriquecedora. Con el tiempo fuimos descubriendo su particular sentido del humor (teneis a la cabeza de este artículo su imitación de Chico Martinez) , y del ritmo, porque contínuamente estaba golpeando objetos para extraerles sonoridad.

Fue en cuarto curso cuando nuestra amistad fraguó definitivamente. Ambos coincidos en el Taller de Realización Cinematográfica que, para nuestra suerte, supervisaba Lluis Maria Güell, toda una institución y además, un hombre amable y paciente del que aprendi un montón de cosas que nunca encuentras en un manual de realización. El caso es que a la hora de elegir al director de nuestro cortometraje (se rodarían tres cortometrajes, con tres grupos diferentes), Ramón y yo coincidimos en la pugna (posiblemente habia alguién más, pero no lo recuerdo) y el tema se echó a suertes. Gané yo. Y me dijo que más me valía hacerlo bien. Como se había quedado con las ganas, acordamos que se ocuparía de componer la música del corto. Yo por aquel entonces ya era un loco de la música de cine y me motivaba la idea de poder utilizar música original y darle mucha relevancia. Hice una selección de música de películas que me inspiraban para imaginar el ambiente de "Opción Incorrecta", lo grabé todo en una cassete y se lo pasé a Ramón. El proceso de producción empezó y no volvimos a hablar del tema.

Después de un rodaje frenético pero memorable, o al menos así lo recuerdo yo, vino el montaje, del que también Ramón fue uno de los máximos responsables. Darle forma a aquel corto fue una experiencia reveladora y el buen entendimiento en la sala de edición fue básico. Al acabar sabiamos que el corto, como mínimo, era correcto, decente, con algún momento brillante.

No pude estar presente en la sesión de grabación de la música, y eso me creaba cierta ansiedad, no porque no confiara en Ramón -que parecía muy seguro de lo que hacía-, era la sensación de que si, llegado el momento, había dudas o algún punto de conflicto, no tendríamos tiempo de rectificar. Pero no hizo falta. Ramón había pasado olímpicamente de los ejemplos que yo le había puesto. Pero no me importó. Todo lo contrario. Fue ver el corto con la música y, su eficacia, emotividad y tensión se habían multiplicado exponencialmente. Era un corto especial. Todos estuvimos de acuerdo, excepto el mismo Ramón, que decía que había improvisado y que no era gran cosa. Yo no sé casi nada de lenguaje musical y no puedo evaluar el valor técnico de su trabajo. Sólo puedo decir que en el corto funciona perfectamente y el espectador lo nota.

Después de "Opción Incorrecta", todos nos dispersamos un poco, absorbidos por nuestros respectivos Trabajos Finales de Carrera. "Gàbia" pasó a ser la prioridad. Fue una experiencia extenuante pero genial. Nos ibamos llamando para ayudarnos en los rodajes y en las sesiones de montaje. Recuerdo vivamente la jam session del cortometraje de Ramon y Polo !que espectáculo! una tarde entera escuchando la misma canción una y otra vez. Me colocaron de figurante y apenas se les veía, concentrados como estaban en aquella secuencia clave.

Y de repente el curso 2001 se acabó. Me quité de encima las asignaturas que me quedaban para terminar la licenciatura en Septiembre y, con intermitentes alegrias, la realidad comenzó a ganar terreno en mi vida. Los premios que ganábamos me servían de anclaje para mantener mis sueños cerca de mí. El premio de "Opción Incorrecta" en Sitges, a la Mejor Música, fue otra ocasión perfecta para entender de que pasta especial estaba hecho Ramón. Como director del corto, fui avisado del premio (reconozco que me hacía ilusión ganar Mejor Dirección, pero el premio para Ramón era totalmente merecido) y yo me encargé de comunicárselo. Me acuerdo como si fuera ayer. Yo estaba emocionado, como si tuviera que decirle a alguien que le había tocado la lotería, y Ramón reaccionó con total tranquilidad, como si aquello no fuera con él. Tuve que convencerle de que fuera a Sitges y cuando subió a recoger el premio, me lo dedicó a mí, que estaba en primera fila, porque me hacía más ilusión que a él!!!

Dicho todo esto, no tengo intención de hablar sobre la muerte de Ramón. No sólo porque ya han pasado más de 4 años, si no porque creo que algo tan absurdo, injusto e impredecible no merece más comentarios. Si he revuelto todo esto dentro de mi (de nuevo) es para reivindicar lo que Ramón dejó en todos los que lo conocimos. Me dí cuenta de ello el día que fuí a visitar a su família, hace apenas un par de meses. Vale la pena recuperar los buenos momentos vividos, pues los malos, mal que nos pese, ya se nos quedan marcados para siempre. Así que me despido con un mensaje que me envió Ramón dos meses antes de morir, que tengo todavía guardado en el móvil y que resume su forma de entender la vida, llena de positividad, de un empuje de una genialidad casi insolente:
-M'alegre que et preocupis per mi, pekines. Estaré uns mesos de baixa - tinc petit càncer- però soc supermacho- Fins aviat i Sort.
Fins aviat i sort a tots.