Después de algunos días de buen tiempo, el mal tiempo ha reaparecido este 1 de mayo festivo pero reivindicativo. Mientras escribo esto, los valientes están manifestándose bajo la lluvia. Yo arrastro un resfriado desde hace tiempo y prefiero no arriesgar. Pero contribuyo a mi manera con este artículo.
Son tiempos confusos para hablar de política, el ensordecedor ruido mediático no nos deja ver el bosque. Mientras la derecha se dedica a alimentar al monstruo del apocalipsis, la izquierda tiene que hacer un sobreesfuerzo para enfocar los problemas reales de la sociedad. La historia (que, no nos engañemos, la escriben los vencedores) siempre ha dicho que los conservadores era los politicos que apostaban por la estabilidad y la responsabilidad mientras que el movimiento obrero traía utopía, incertidumbre y revolucion. La realidad actual demuestra, más que nunca, que todo eso eran patrañas.
Para el que sepa ver en perspectiva y no quede maravillado por los destellos de la mal entendida revolución digital, el sistema económico se frota las manos con cada nueva oleada de declaraciones y contradeclaraciones que generan crispación, inseguridad y hastío, porque lo único que nos queda para garantizarnos las felicidad es comprarla: consumir, cuanto más mejor, de todo y para todos, si no tienes dinero te lo dejamos, vendenos tu alma y serás total y perfectamente feliz hasta que el banco te embargue tus propiedades (bueno, las que compraste con su dinero).
Que no nos vendan la moto. Los himnos, las banderas, las patrias y otras invenciones (España se rompe, Zapatero se está vendiendo a ETA, etc...) son cortinas de humo del PP y la oligarquia económica que lo sustenta para mantener a la opinión pública asustada y alterada, mientras el Gobierno Socialista intenta mantenerlos a raya con una politica ecónomica enfocada a las necesidades de la sociedad, con nuevas leyes que amplían derechos y tratan de contrarrestar las barbaridades neoliberales que ellos permitieron y fomentaron durante sus ochos años de gobierno y de las que ahora seguimos pagando las consecuencias (precariedad laboral, paro, vivienda a precios desorbitados, endeudamiento crónico de la mayoria de las familias, etc...)
Salut i República!
