viernes, octubre 16, 2009

EL CINE: ENTRE ARTE Y EL NEGOCIO





Hace unos días regresé de San Sebastián de mi segunda participación como periodista acreditado en el Festival Internacional de Cine. El año pasado, en parte por ser mi primer festival, en parte porque los efectos de la ya famosa crisis aún no eran tan agresivos, me vi superado por los acontecimientos y regresé de allí como en una nube, extasiado por haber vivido dentro de una película que dura diez días. Este año ha sido sensiblemente diferente. Con el factor sorpresa superado en gran medida y la crisis evidenciándose de una forma palpable, evaluar las luces y las sombras del gran Festival se hace más fácil.

Ejemplo más vistoso: Las Fiestas de Inauguración y Clausura han sido aparentemente eliminadas. Y digo aparentemente porque se produjeron, pero su acceso fue restringido y casi secreto, pues la información sobre ellas fue escasa y en ocasiones contradictoria. La elite mediática evidentemente, sí pudo ir, y también los miembros relevantes de la burguesía donostiarra. Por supuesto, los periodistas acreditados vamos al festival a ver películas para poder difundir nuestra opinión en los medios, así que se puede decir que esos eventos quedan fuera de nuestro quehacer obligatorio... Pero cuando uno se encuentra una rueda de prensa abarrotada, con presencia de personas no acreditadas y menores de edad acaparando la atención de los invitados (Brad Pitt y Quentin Tarantino en este caso concreto) y haciéndose fotos con actores y “periodistas” famosos, comienza uno a preguntarse si al Festival le importa lo más mínimo tu trabajo o no...

Todo esto son sólo detalles que representan la punta del iceberg de lo que todos nos tememos aunque nos duela: el cine como arte le importa a poca gente, dentro y fuera del mundillo, y son mayoría los que lo ven como una forma de ganar pasta “con clase” en que hay que contentar a mucha gente y la opinión de un crítico de cine no vale más que la de cualquier espectador y el número de entradas vendidas es lo que cuenta.

Sería un argumento irreprochable si no ocurriera que una gran cantidad de público va al cine a ver “lo que dan” y por tanto, es el sistema de distribución y exhibición el que, colocando las películas en muchas o pocas salas y comprando su presencia publicitaria en los medios, acaba escogiendo en gran medida qué películas pueden triunfar.

P.D. De entre lo estrenado en las últimas semanas que pudimos ver en Donosti, os recomiendo brevemente: "El secreto de sus ojos" de J.J.Campanella, " "Malditos Bastardos" de Quentin Tarantino, "Si la cosa funciona" de Woody Allen, y la casi desconocida "Gigante", otra delicia del cine uruguayo que deberíais ver antes de que desaparezca de las pocas salas donde se proyecta.